Basura blanca cien por cien (reseña de Cuerpo en Rockdelux)


por Juan Cervera, Rockdelux 298 (Septiembre 2011)

Basura blanca. Cien por cien. Sin adulterantes, diluyentes ni refinamientos. Es, casi siempre, el andrajoso decorado y el grasiento relleno humano que puebla la obra del señor Harry Crews (Bacon County, Georgia, 1935), un escritor de culto (merecido) que finalmente se estrena en castellano. ¿Harry Crews? A los más viejos del lugar el nombre les sonará por “Naked In Garden Hills”, el LP de 1989 que Kim Gordon, Lydia Lunch y Sadie Mae publicaron bajo ese enunciado: Harry Crews. Homenaje frontal y sin dobleces.

Para quienes leen inglés y buscan con gusto el puñetazo en los dientes, Mr. Crews tendrá, sin ninguna duda, un lugar preferente en sus bibliotecas desde que en 1968 debutó con “The Gospel Singer”, novela –que también publicará próximamente Acuarela– a la que ha seguido otra veintena que han ido conformando un fastuoso fresco salvaje, divertido, violento, grotesco y muy, muy incorrecto sobre el abono más putrefacto y menos complaciente de la sociedad norteamericana moderna.

Cuerpo es de 1990 y es una oportunidad de oro para respirar el aire viciado (pero vivificante) de las estancias de Harry Crews. El marco de acción es sencillo: un hotel de Miami durante un concurso de culturismo. Nada más. ¿Nada más? Por supuesto que no: desde que entran en escena los principales protagonistas –Russell Morgan, alias Músculo, entrenador de la pueblerina Dorothy Turnipseed, convertida en Shereel Dupont en su carrera hacia el título de Miss Cosmos–, Cuerpo se transmuta en una sátira voraz y venenosa sobre el culto al aspecto, la competitividad, el sacrificio, el fracaso, las relaciones de poder y el mercantilismo de la carne (humana). La función estalla en una tormenta delirante cuando en el hotel se presenta al completo la familia de Dorothy/Shereel, cargamento tóxico de auténtica white trash que hace saltar la banca hacia direcciones imprevisibles y sorprendentes.

Trufada de diálogos que restallan como cuchillas, sin despreciar nunca a sus personajes –por muy patéticos que se nos antojen, Crews les inyecta empatía y una extraña ternura–, por Cuerpo desfilan creaciones inolvidables –el ex de Shereel, Cabeza Clavo, un ex combatiente de Vietnam con el cerebro hecho papilla; Marvella, la más clara rival de la protagonista, y su corte de hermanas con sus lenguas rápidas y sucias...– y dejan una huella imborrable en el lector. Una de las frases que publicitan esta edición de Acuarela sentencia: “Chuck Palahniuk es un Harry Crews descafeinado”. Lean, lean. Y después opinen.


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