Invitación a transmitir/ cambio



Presentación de
"Interferencias", nuevo blog de Stéphane M. Grueso y Amador Fernández-Savater en eldiario.es

Las palabras y las imágenes hacen cosas: difunden afectos, autorizan o prohiben percepciones, abren o cierran posibilidades. No sólo son información: son mapas y marcos, paisajes y atmósferas. ¿Qué palabras usamos para contarnos la vida, qué imágenes? Nuestro relato cotidiano del mundo, ¿nos une o nos separa, nos hace responsables o víctimas, nos alegra y potencia o nos entristece y disminuye, nos involucra en lo que pasa o nos vuelve espectadores, nos orienta o nos confunde, nos clava en lo que somos o abre lo posible?

Si el mundo es como es, es porque lo contamos con estereotipos. Porque somos demasiadas veces estaciones repetidoras de estereotipos. Los estereotipos son respuestas automáticas. Se dicen casi solos, nos atraviesan y nos dejan como estábamos. En lugar de ayudarnos a ver y a pensar, ven y piensan por nosotros. Descansan en nuestra pereza y se apoyan en nuestro miedo a lo desconocido. Nos vuelven previsibles y gobernables.

Interferencias significa perturbaciones. Interrupciones de la señal. Desplazamientos de sentido. Cortes en el hilo musical de los estereotipos. Chispazos, resonancias, ondas de choque, vibraciones, un tupper que vuela. Juegos de palabras contra las etiquetas que nos clasifican. Bromas colectivas para conjurar las imágenes del miedo. Símbolos abiertos y palabras vacías que podamos habitar todos. Paisajes inéditos.

Interferencias significa cruces. La narración del mundo nos asigna a todos y a cada uno un lugar: nombre, identidad, siglas, chiringuito. Zonas de confort. Las cosas sólo se mueven cuando salimos de nuestros circuitos cerrados y tejemos lo común con el otro. Cuando vamos más allá de los estereotipos que nos separan y establecemos conexiones improbables. Alianzas insólitas y contra todo pronóstico. Diálogos contra monólogos.

Interferencias significa imágenes sucias y en movimiento. No obvias, sino a descodificar. No puras, sino robadas. No objetivas, desinteresadas o distantes, sino implicadas, manchadas de calle y de inmediatez. Veloces para comunicar lo que debe ser visto y oído, lo que no debe quedar arrinconado o ignorado. Lentas para silenciar la velocidad automática de los estereotipos y decir/mostrar otra cosa. Modulación de velocidad y lentitud.

Interferencias: dar a ver y dar qué pensar.


Invitación a transmitir/ cambio

Invitación a transmitir/ cambio

Invitación a transmitir/ cambio


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pd. Interferencias lo habitarán Amador Fernández-Savater y Stéphane M. Grueso. Amador es más de palabras robadas y Stéphane más de imágenes en movimiento. El primero define su trabajo como “acompañar y catalizar el pensamiento de otros” y el segundo piensa menos y ‘estrimea’ más. Stéphane y Amador se conocieron uno de los primeros días de la ya lejana revolución de mayo de 2011 en la Puerta del Sol. Los dos navegaban en aguas comunes y sabían de la existencia del otro: “El director de ¡Copiad, malditos!...”, “El comensal/autor de 'La cena del miedo'”, pero no se conocían personalmente. Esa tarde pasearon juntos por acampadasol y conversaron. Y esa conversación se prolongó muchas otras tardes. Y este blog es otra extensión más de ese intercambio. En Interferencias, Amador y Stéphane van a emitir ondas, emitirán ondas por separado, ondas conjuntas, remezclarán sus ondas, traerán ondas de terceros, emitirán ondas fuera de cualquier norma, y un día, un día cualquiera tocarán el botón ese, el que no se debe tocar nunca, a ver qué pasa.

pd 2. Invitación a transmitir/ cambio, Live Performance (09-05-2012) por María Salgado 



Despedida (censurada) de Público.es

Este post de despedida de Publico.es fue publicado a las 16.15 del 14 de septiembre en el blog Fuera de Lugar. Acto seguido avisé al técnico de la web de su publicación, como suelo. Un minuto más tarde y sin mediar palabra lo borraban y me cambiaban las llaves de entrada al blog. Cinco años después, ¡vaya final feo! [Amador Fernández-Savater]


Hola,

me mudo. A partir de ahora me encontraréis en eldiario.es o en el blog de la editorial Acuarela.  
Llevo cinco años participando en Público. Es mucho tiempo y han pasado muchas cosas para hacer un balance rápido. Pero ahora no tengo tiempo para más. La buena noticia es que estoy trabajando en la edición de un libro que recogerá las entrevistas que hice para el periódico entre 2009 y 2011 (tenéis todos los nombres de los entrevistados a la derecha). Ahí trataré de pensar y decir algo más sobre mi experiencia en Público.  
A lo largo de este tiempo, he tratado de construir “un nombre propio que no sea privado”, como dice mi amiga Marina Garcés. Una voz que se deje atravesar por las voces de otros, que de la palabra a otros (con las entrevistas o publicando aquí textos ajenos), que se esfuerce por registrar, procesar y devolver lo que escucha en la calle, que vaya y venga entre teorías y prácticas, mediando y traduciendo. 
He tratado de instalarme en una posición de pregunta y de problematización, no tanto de polarización o agitación, preocupándome más por dar qué pensar que por decir lo que hay que pensar, por proponer algo que pensar sobre lo que (nos) pasa más que por “dar caña” al de enfrente, procurando hablar siempre de/desde realidades en las que estoy involucrado, que me afectan y me tocan muy directamente. 
He tratado de ayudar a pensar la actualidad, no sólo a contarla, desde la no-actualidad del pensamiento que se toma su tiempo para reflexionar, entrando y saliendo del lenguaje periodístico, mezclando en el blog el texto con el vídeo o las imágenes. 
En definitiva, he tratado de oponer un poco de resistencia a la figura del “opinador” que, a izquierda y derecha, predomina hoy en la producción de discurso desde los medios de comunicación. 
He tenido mucha libertad en Público para estas tentativas, sobre todo desde que concentré mi atención en este blog. Mi visión (crítica) sobre este periódico y lo que yo trataba de hacer en él está expuesta más o menos en algunos textos, como “Poder al público”, “A propósito de la salida de Rafael Reig”, “¿Se puede pensar en un periódico?” o “(D)escribir el 15-M”
Desde el cierre de la edición en papel, el aire de este espacio web está demasiado viciado como para poder seguir habitándolo como si nada. Así que he decidido mudarme. No me gustan las mudanzas, soy de natural conservador y me dan mucha pereza, pero aunque he tardado lo mío ya está hecho. 
Doy las gracias a todos los trabajadores de Público que han hecho posible esta aventura, en especial a las personas con las que yo he tenido más relación en este tiempo, Nacho Escolar, Marco Schwartz, Guillermo Rodríguez y Lucía Álvarez. Y gracias a todos vosotros por estar ahí. 

Presentación de "Interferencias", nuevo blog de Stéphane M. Grueso y Amador Fernández-Savater en eldiario.es




Las relaciones entre Tolkien y CS Lewis (y 2)

 
DISTANCIAMIENTO

“[…] Mientras tanto Tolkien conservaba su amistad con C. S. Lewis, pero un tanto más fría que en los primeros años. De hecho, es significativo que Tolkien escribiera después que Lewis “fue mi más íntimo amigo poco más o menos desde 1927 a 1940, y siguió siendo muy querido para mí”. El enfriamiento de su relación en los años que siguieron a 1940 fue muy gradual y, para Lewis al menos, probablemente imperceptible. Por fuera, la amistad parecía igual que siempre. Ambos asistían a las reuniones regulares de los Inklings y ambos se dejaban ver juntos en el Eagle and Child o el White Horse, bebiendo y conversando como habían hecho durante veinte años. En 1949 Lewis empezó a leer la primera de sus historias de “Narnia” a los Inklings. Se trataba de El león, la bruja y el armario, que se convertiría en uno de los libros infantiles más populares jamás escritos. A Tolkien, no obstante, no le impresionó. “Verdaderamente no sirve”, le dijo a Roger Lancelyn Green, un amigo mutuo que después sería biógrafo de Lewis. “Quiero decir, escribir sobre las costumbres de las ninfas, o la vida amorosa de un fauno”. Quince años después, Tolkien escribiría que “Narnia y toda esa parte de la obra de C. S. Lewis debería quedar fuera de los límites de mi simpatía, así como gran parte de la mía estaba fuera de los límites de la suya”. Sin embargo, mientras Tolkien era incapaz de disfrutar de la obra de Lewis, Lewis siempre alabó El Señor de los Anillos. Tolkien lo había terminado al fin en el otoño de 1949 y le había prestado el texto completo a Lewis, quien se lo devolvió con grandes alabanzas […]”.


La Taberna Eagle and Child donde se reunían los Inklings. 

“[…] El entusiasmo de Lewis por El Señor de los Anillos salpicaba las cartas dirigidas a sus amigos. “¿Verdad que sería maravilloso –escribió a Katherine Farrer el 4 de diciembre de 1953– que tuviera éxito (de ventas, me refiero)? Inauguraría una nueva época. ¿Podemos albergar esperanzas?”.

Estas alabanzas privadas pasaron a conocimiento público cuando Lewis escribió una reseña de La Comunidad del Anillo, el primer volumen de El Señor de los Anillos, después de su publicación en 1954:

“Este libro es un destello de luz en un cielo claro, tan diferente e imprevisible en nuestra época como Songs of Innoncence lo fue en la suya. No sería adecuado decir que con él hemos vuelto de pronto al romance heroico, magnífico, elocuente y descarado, en un momento casi patológico por su antirromanticismo. Para nosotros, que vivimos en una época extraña, esta vuelta atrás (y el puro alivio que procura) es sin duda lo más importante. Pero en la historia del romance mismo (una historia que se remonta a la Odisea y más allá) no constituye una vuelta atrás, sino un avance o una revolución: la conquista de un territorio nuevo” […]”.
LA TIERRA MEDIA BAJO LA SOMBRA DE NARNIA

“[…] La acusación de que el libro era de carácter juvenil, adecuado para el “Boy’s Own Paper”, se debió en parte a la relación de Tolkien con C. S. Lewis, cuyas historias de “Narnia” estaban siendo publicadas en la época despertando a la vez un coro discordante de aclamación popular y la hostilidad de los críticos. El “contrabando de teología” que hacía Lewis en sus historias infantiles lo habían convertido en una personalidad impopular en círculos seculares, y sus obras de apología cristiana popular provocaron una gran hostilidad. De hecho, cuando el editor de Tolkien pidió a Lewis que redactara un breve texto para la sobrecubierta de la primera edición de El Señor de los Anillos, Lewis escribió las siguientes palabras a Tolkien: “Aunque tú y él aprobéis mis palabras, pensad dos veces antes de usarlas: soy sin duda un hombre odiado, quizá cada vez más, y mi nombre podría hacer más daño que bien”. La advertencia de Lewis fue profética. Algunos de los críticos que reseñaron el libro en agosto de 1954 sentían “una extraordinaria animosidad personal contra Lewis” y dedicaron una “buena cantidad de espacio para burlarse de su comparación entre Tolkien y Ariosto”. Edwin Muir, que escribió en The Observer el 22 de agosto, fue uno de los que se burlaron de las alabanzas de Lewis: “Este libro notable hace su aparición con una desventaja. Sólo una obra maestra podría sobrevivir al bombardeo de alabanzas que se le dirigen desde la nota de presentación”.


El 9 de septiembre, Tolkien escribió a su editor sobre la hostilidad que había despertado Lewis:

Las relaciones entre Tolkien y CS Lewis (1)

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Tolkien y CS Lewis son, junto a Robert Graves y Lawrence de Arabia, los personajes principales de la novela Estrella del alba de Wu Ming 4, publicada por Acuarela. ¿Cuáles fueron sus relaciones en la vida real? Casi todos los textos de estas entradas han sido sacados de las obras de JOSEPH PEARCE (autor de Tolkien: hombre y mito, J. R. R. Tolkien Señor de la Tierra Media y Wisdom Innocence: A Life of G. K. Chesterton. Su primera novela, The Three Ys Men es, según su propia estimación, “un bullicioso retozo en la tradición de Belloc y Chesterton con una pizca de la ficción de Tolkien más ligera”).




J. R. R. TOLKIEN (Bloemfontein, hoy Sudáfrica; 3 de enero de 1892Bournemouth, Dorset; 2 de septiembre de 1973)

“Sí, la fantasía es escapista, y ahí está su grandeza. Si un soldado es capturado por el enemigo, ¿no consideramos que su deber es escapar? ¡Los prestamistas, los ignorantes, los autoritarios nos mantienen a todos en prisión; si valoramos la libertad de pensamiento y alma, si somos partisanos de la libertad, nuestro deber es escapar y llevar con nosotros a tantos como podamos!”.

RESPUESTA DE TOLKIEN A LA ACUSACIÓN DE ESCRIBIR LITERATURA ESCAPISTA

“En esta clase de amor ¿Me quieres? significa '¿Ves la misma verdad?', o por lo menos '¿Te importa la misma verdad?'”

De la obra LOS CUATRO AMORES, de C.S. LEWIS

PRIMER ENCUENTRO TOLKIEN/LEWIS

“[…] Tolkien había llamado la atención de Lewis el 11 de mayo de 1926 durante una discusión de trabajo de facultad en un “té inglés” del Merton College. “Hablé con él después –apuntó Lewis en su diario–. Es un tipo suave, pálido, locuaz… No parece peligroso: a lo sumo necesitará uno o dos golpes”. De estos inicios indiferentes y desfavorables no tardó en surgir una amistad que iría creciendo en importancia para ambos.

Poco antes de que se conocieran Tolkien y Lewis, Tolkien había formado los Coalbiters, un club de profesores dedicado a la lectura de las sagas y los mitos islandeses. El nombre provenía del islandés Kolbítar, término humorístico que designaba a quienes se acercaban tanto al fuego en invierno que mordían el carbón. En un principio, sus miembros se limitaban ante todo a quienes tenían un conocimiento razonable del islandés, pero el club no tardó en verse reforzado por principiantes entusiastas, entre los cuales se encontraba C. S. Lewis. En enero de 1927 Lewis asistía regularmente a las reuniones de los Kolbítar y las encontraba estimulantes. La influyente amistad entre Lewis y Tolkien había empezado.

Como Tolkien, a Lewis le gustaba la mitología nórdica y el carácter nórdico desde la infancia. Siempre lo había seducido lo que Tolkien llamaba místicamente “el Norte innombrable” y ahora, en la persona del profesor de anglosajón, había hallado un espíritu similar además de un mentor. El 3 de diciembre de 1929 Lewis escribió a su amigo Arthur Greeves:

De guerrillas y herejías


por Carolina León

Esas resonancias que se generan entre las lecturas y los hechos, y qué difícil es determinar qué fue primero. Me estoy comiendo ‘Guerrilla’ de T.E. Lawrence (Acuarela Libros, 2004), y no podía dejar de pensar en el 15M. No ha sido hasta hace un rato que recordé que la comparación ya estaba hecha.

Hace algún tiempo navegaba en un libro llamado Correo Dadá (también publicado por Acuarela). No lo tengo a mano, solo apuntar que por entonces me parecía clarísimo que no había ninguna otra “vanguardia” más cercana a lo que era, es, el 15M. Algo indefinible, algo tan versátil que desconcierta, aturde, disloca.

Algo que cada vez que se intenta meter en unos moldes, se desborda. Dadá era tan iconoclasta como lo ha sido en todo este tiempo el movimiento, digo, salvando la “distancia” que algunos podrán señalar entre arte y política. El apunte queda ahí, porque la lectura quedó apartada un día debajo de otro millón de libros y movilizaciones.

La relación Guerrilla – 15M la hizo el propio editor del libro, Amador Fernández Savater, para relatar lo que había sucedido en Madrid en los primeros días de agosto de 2011, cuando se cerró la Puerta del Sol (en este blog escribí Plaza tomada más o menos por lo mismo).

La resonancia de la “guerrilla” de Lawrence me parece aún hoy pertinente, extensible al devenir del 15M más allá de los acontecimientos de hace un año. Las citas son todas del prólogo de Wu Ming 4: