Acuarela: un regalo en 2014 y 2015

En estos últimos días de 2014 nos han llegado varias noticias que nos han hecho mucha ilusión: en su lista de lo mejor del año Rockdelux ha incluido Bass Culture: la historia del reggae (Lloyd Bradley) como tercer mejor libro de música del año; la Casa del Libro incluye Infancia: biografía de un lugar (Harry Crews) en su recomendación de "Libros que no deberías perderte de 2014"; y por último, en Sonideros de Radio 3, DJ Bombín recomienda regalar Bass Culture para estas fechas tan señaladas.

Habrá que preguntar a los Reyes Magos si hay mucha gente que ha seguido las recomendaciones de DJ Bombín. A nosotros nos hubiera encantado recibir de regalo cualquiera de los libros que hemos publicado, este año y cualquiera de Acuarela, pero para nosotros el regalo de 2014 ha sido, con creces, haber publicado Bass Culture e Infancia. Y para el año que viene ya tenemos escrita la carta a sus majestades, con tres regalos para empezar que ya nos dejarían más que satisfechos al final del curso: reediciones a todo lujo de las autobiografías de nuestros Johnnies (Rotten y Cash) y un nuevo Tiqqun. Ahí queda eso. Brindemos que no es poco.

To be continued...

Dillinger, muy contento al ver la última Rockdelux.


Reacción de Abbie Hoffman ante nuestro plan de publicaciones para 2015.


Danzad, danzad

Mo Kalamity, que abre nuestra playlist "Sisters"
Como no queríamos que en estas fechas tan señaladas falte la buena música jamaicana en ningún hogar, hemos preparado cuatro nuevas playlists para calentar las orejas y menear las caderas, incluyendo una buena colección de roots, otra de dub antiguo y moderno, una selección de ritmos jamaicanos con voces de mujeres y por último una colección heterogénea que recoge a los primeros DJs (en Jamaica, los tipos con el micro o maestros de ceremonias), DJs de la época roots y artistas diversos del primer dancehall, a finales de los setenta y principios de los ochenta. ¡Sisters and Brothers, get up and dance!


Y aquí va una pequeña muestra, el Peace Begins Within de Nora Dean, un auténtico cohete sónico:



Playlists ya publicadas:







"Historias mínimas, momentos máximos" (Bass Culture en Sonideros de radio 3)

Gran honor que se hable de Bass Culture: la historia del reggae en el programa Sonideros de Radio 3, pero más aún si va aliñado con un temazo de los Uniques. ¡Gracias, amigos, especialmente a DJ Bombín! Aquí tenéis el programa, los comentarios sobre Bass Culture están entre los minutos 19:35 y 26:00, pero el resto del programa no tiene desperdicio (ahí van dos ejemplos: La Lupe y Jungle Brothers).







La revuelta del Pueblo Cucaracha: obra clave del renacimiento literario chicano

[Óscar Zeta Acosta continúa despertando pasiones. Raül Jiménez, de Indienauta, nos manda esta reseña en la que nos manifiesta su entusiasmo por este "grito contracultural enfurecido" del Pueblo Cucaracha.]


No tenía ni idea, la verdad. Pero gracias a Acuarela —atentos al catálogo de esta editorial que se las trae, pronto volverán a aparecer por aquí— acabo de añadir una jugosa nueva pieza a mi “mapa literario” de los Estados Unidos. Óscar Zeta Acosta, alias “Búfalo Pardo” o “Zeta”, que hasta toparme con este fascinante La Revuelta del Pueblo Cucaracha para mí sólo era el inolvidable abogado samoano, compañero de las más surrealistas aventuras de mi venerado Hunter S.Thompson —que firma el prólogo— en Miedo y Asco en Las Vegas. Pero Zeta fue mucho más que un personaje literario memorable. Es un enigma todavía sin resolver, ya que su desaparición en 1974, apenas un año después de la edición original de este libro, aún está por dilucidarse. ¿Ajuste de cuentas de narcos? ¿Asesinato político? Todavía hay quien dice que está “vivito y coleando”, perdido en algún lugar remoto. Fue hippie, misionero, defensa de fútbol americano, adicto a las drogas, recolector de melocotones, clarinetista, candidato a la alcaldía de Los Angeles… Y el abogado defensor y portavoz de los radicales activistas chicanos de la marginada y marginal zona de East Los Ángeles entre finales de los 60 y su exabrupta desaparición. En palabras de Hunter, “más rápido que Bo Jackson y más loco que Neal Cassady”. En las del FBI, el “Malcolm X hispano”. Según él mismo, el “vato número uno”. Obra clave del llamado renacimiento literario chicano, La revuelta del pueblo cucaracha es la crónica, alucinada y colosal, de ese levantamiento popular del pueblo chicano en California. Es un grito contracultural enfurecido, pero difuso y demasiado complejo de articular, ya que confluyen desobediencia civil, hippies, LSD y mota, zapatismo, anarquismo, tácticas de guerrillas, Vietnam, Anthony Quinn, Panteras Negras... [SIGUE LEYENDO]




Volver a tierra: Guy Debord y la crítica de la sociedad del espectáculo

Guy Debord en septiembre de 1969
(Entrevista a Luis Navarro en eldiario.es sobre la actualidad del pensamiento de Debord 20 años después de su muerte.)

Guy Debord fue un revolucionario, filósofo, aventurero, escritor y cineasta francés nacido en el año 1931. Fundó el grupo y la revista Internacional Situacionista (IS), considerado por Mario Perniola como “la última vanguardia del siglo XX”. En 1967, publicó La sociedad del espectáculo, un libro mítico y una referencia de primer orden en el debate crítico sobre la naturaleza del capitalismo moderno. “Todo lo que era directamente vivido, se aleja hoy en una representación”, afirmaba Debord en la primera tesis del libro. La IS tuvo una influencia significativa en los lenguajes, las estéticas, los estilo... [SIGUE LEYENDO]






¿POR QUÉ NO SE LEE MÁS A GENTE COMO CREWS?

[Con "orgullo y satisfacción", como diría ese que ya no reina, a poco de haber publicado Infancia, Biografía de un Lugar, de Harry Crews, nos encontramos con esta reciente reseña de la primera novela que publicamos de este autor, allá por el 2011, en el fantástico blog Viaje Alrededor de una Mesa.]


Supongo que nunca sucederá, pero si algún día me decido a escribir algo, ojalá se parezca una décima parte a como escribe el Señor Harry Crews. Después de leer Cuerpo, que descubro tarde como siempre, me pregunto, no por mí, porque yo llego a las buenas novelas siempre a través de terceros, que son los más leídos y los que me aconsejan, me pregunto, ¿porque no se lee más a gente como Crews? Y de Crews a Hawkes y a Gass, a Coover a Gaddis y a tantos otros que se leen tan poco. Un montón de gente interesante, por decirlo sin pedantería, que está básicamente descatalogada o que se edita con cuenta gotas y que en ventas, responden básicamente al romanticismo más que al negocio. Supongo que por eso mismo un montón de ellos siguen... [SIGUE LEYENDO]

Las historias lo son todo y todo son historias

Recuperamos este vídeo que subtitulamos en su día con motivo de la publicación de nuestro primer libro de Harry Crews, Cuerpo. Se trata de una secuencia del documental Searching For The Wrong-Eyed Jesus, de Andrew Douglas, una atípica road movie, viaje personal que el cantante y compositor Jim White hace al sagrado y muy profano corazón del Sur de Estados Unidos.

El camino le lleva a través de iglesias bizarras, baretos de mala muerte, bosques frondosos, sórdidas paradas de camiones, campings desolados y prisiones hasta dar en una pequeña carretera comarcal con este peculiar e intrigante personaje, un Harry Crews ya envejecido que probablemente sea el autor sureño que mejor revela en sus obras que el Sur no es solo un acento (como en la canción de Tom Petty que versionará Cash en su etapa Rubin: Southern Accents) ni una zona geográfica más o menos deprimida y derrotada, sino un estado mental y una atmósfera.

Es particularmente interesante recordar esta secuencia porque lo que dice en ella Harry Crews hace directamente referencia a lo relatado en el último libro que hemos publicado suyo hace apenas un mes: Infancia, Biografía de un Lugar. Toda la filosofía y el imaginario de Crews retratado en menos de siete u ocho minutos. Nada muere si hay historias...


"Los vinos, los licores y las cervezas...": la barra libre de Guy Debord en el 20 aniversario de su muerte

Hoy se cumplen veinte años de la muerte de Guy Debord (30 de noviembre de 1994) y queríamos recordarle con algún texto de Panegírico - Tomos primero y segundo, la autobiografía sui genéris que nos dejó el más conocido de los situacionistas que sirvió además de estreno de Acuarela en 1999 y reeditamos con el segundo tomo incluido en 2009 como décimo cumpleaños. Es fácil presentar argumentos con los que defender la elección del fragmento que debajo reproducimos, donde se describe la afición de Debord al bebercio: el camino del exceso etílico es precisamente lo que le habría provocado las dolencias que le empujaron al suicidio. Pero no nos engañemos. Lo reproducimos porque nos encanta, sin más, y eso que el libro tiene donde elegir. ¡Ahí va ese brindis por Guy!





Después de las circunstancias que acabo de evocar, lo que sin duda alguna marcó mi vida entera fue el hábito de beber, que adquirí rápidamente. Los vinos, los licores y las cervezas, los momentos en que unos se imponían a otros o los momentos en que se repetían, fueron trazando el curso principal y los meandros de los días, de las semanas, de los años. Otras dos o tres pasiones, de las que hablaré, han ocupado casi continuamente un amplio espacio de esta vida. Pero beber ha sido la más constante y la más presente. Del escaso número de cosas que me han gustado y he sabido hacer bien, lo que seguramente he sabido hacer mejor es beber. Aunque he leído mucho, he bebido más. He escrito mucho menos que la mayoría de la gente que escribe; pero he bebido mucho más que la mayoría de la gente que bebe. Me puedo contar entre aquellos de los que Baltasar Gracián, pensando en un grupo de escogidos que identificaba sólo con los alemanes -siendo aquí muy injusto en detrimento de los franceses, como creo haber demostrado-, podía decir: "Hay algunos que no se han emborrachado más que una sola vez, pero les ha durado toda la vida".


Ya tenemos "trilogía" en la biblioteca Crews


Con la publicación de Una infancia: Biografía de un lugar, son ya tres las bombas que hemos publicado de Harry Crews. Creemos que es para estar orgullosos de ello y por eso agradecemos tanto reseñas como la que incluimos debajo aparecida en El Periódico (originalmente publicada en EFE, en Barcelona). Nosotros lo hemos festejado encargando un cartel para la ocasión a Joaquín Secall, quien nos hizo las espectaculares portadas para El Cantante de Gospel y Cuerpo, y se encargó también del diseño de la portada de Una infancia sobre un dibujo de Michael McCurdy (además de muchas otras cubiertas en Acuarela Libros).

Acuarela Libros y A. Machado hacen renacer a Harry Crews

La editorial Acuarela Libros y A. Machado han editado Una infancia: Biografía de un lugar, la tercera traducción al español que publica del autor estadounidense ya fallecido Harry Crews.

Cuerpo, transcrita al castellano en 2011, y El cantante de Gospel, en 2012, han sido los precedentes del público español sobre la visión que tenía Crews de la sociedad del consumo, la cultura y tiranía de la belleza y del sueño americano. Con esta última edición juvenil, publicada en inglés en 1978 y que ha sido la más aclamada por la crítica, Crews introduce a los lectores... (Sigue leyendo)


Miqui Puig y Acuarela charlan sobre reggae

Y aquí tenéis otro podcast radiofónico sobre Bass Culture, nada menos que Miqui Puig entrevistándonos (Javier Lucini) en su programa Can Tuyus, muy divertido.







Sound System FM entrevista a Acuarela Libros

Aquí tenéis al fin la entrevista que sobre Bass Culture nos hicieron (a Javier Lucini) los amigos de la emisora Sound System FM, que en esa misma emisión hablaron con nuestros colegas de Black Star, a propósito del libro La leyenda de Sugar Minott y Youth Promotion, de Beth Lesser. ¡Larga vida a Sound System FM, 25 años dándole a los bajos!



La emisión (14 06 03)


Bass Culture: llenando vacíos (reseña en indienauta.com)

(reseña sobre Bass Culture de Raül Jiménez para indienauta.com)


Llevamos unos cuantos años de suerte. Pequeñas editoriales independientes con muy buen gusto y aún mayores arrestos se atreven a publicar obras magnas que parecían condenadas al olvido, o a rescatar talentos aún por descubrir. Son “la resistencia” en un mundo editorial que, sino fuera por ellas, estaría lastimosamente dominado por esas fiestas/galas de entrega de premios rebosantes de caspa y casta, donde se conocen los ganadores con un año de antelación. ¿Se me entiende, verdad?

En particular, el pequeño “sector” de los libros de música en nuestro país últimamente se está viendo gratamente alimentado por ambiciosos trabajos, dedicados a analizar estilos musicales, movimientos y/o escenas escasamente abordados, y por tanto empezando a subsanar el inmenso vacío que existe en España en lo que se refiere a la “historia de la música”. Sólo este año me vienen rápidamente a la cabeza el tremendo Energy Flash de Simon Reynolds (Contra) o el valiente La Distorsión Inteligente de Marcos Gendre (Quarentena), sobre la música electrónica o el post-hardcore respectivamente. Ahora, las editoriales Acuarela y Antonio Machado nos ofrecen este Bass Culture, centrado en desentrañar la historia del reggae. Con pelos —mejor dicho, rastas—, y señales.

Publicado originalmente en el año 2000, el primer acierto de (SIGUE LEYENDO)




Johnny Rotten y Don Letts de visita en Jamaica: en la Línea del Frente

Recientemente Diego Manrique recordaba en El País el divertido viaje que Johnny Rotten y Don Letts hicieron a Jamaica en busca de nuevos Bob Marley por encargo de Richard Branson, de Virgin, que utilizó muchos de aquellos fichajes para el sello Front Line.

Curiosamente, tenemos dos libros en los que se trata el tema: Bass Culture: la historia del reggae (de Lloyd Bradley) y Rotten: No Irish No Blacks No Dogs (de John Lydon, el cantante de los Sex Pistols y PiL), que estamos a punto de reeditar por tercera vez. Rescatamos a continuación parte de esos dos fragmentos (para quien no lo sepa, el anglojamaicano Don Letts fue el responsable de descubrir el reggae a muchos punks, al pinchar discos jamaicanos para amenizar los descansos entre concierto y concierto punk en el Roxy, ya que apenas había vinilos de punk británico publicados por entonces):
Big Youth y Johnny Rotten


JOHNNY ROTTEN Y EL REGGAE (FRAGMENTO DE ROTTEN)

LYDON: [...] El reggae ya me gustaba antes de los Pistols pero Don Letts multiplicó mi afición por mil con aquellas cintas que nos dio para la gira en Estados Unidos. Ritmos hipnóticos en las carreteras del Sur. Es la única música que puse en el autocar. Y si a Steve y a Paul no les gustaba entonces, que lo hubieran dicho. De todas maneras la hubiera puesto. Lo único que tenían eran los Stooges de Iggy Pop y los New York Dolls, discos que había oído cincuenta mil veces. Ahora a Paul le encanta el reggae, quince años después. A Sid le encantaba el bajo del reggae. [...]


LYDON: Tras la separación de los Pistols, Branson quería fichar a un montón de grupos de reggae y la única persona enterada que conocía era yo. Le dije que no podía ir solo, así que me llevé a dos socios: Don Letts y Dennis Morris.
LETTS: Una noche, a eso de la una, estaba en casa haciendo lo que hago normalmente –escuchar discos de reggae– y me llamó John para preguntarme si quería ir con él a Jamaica. Supongo que la razón por la que me llamó era que yo era negro y tenía rastas, porque en realidad yo nunca había estado en Jamaica. Por suerte tenía pasaporte y unas cuantas horas después estaba en el aeropuerto con una bolsa de plástico, un par de mudas y la cámara de súper 8.
LYDON: No teníamos visados, porque no sabíamos que íbamos a pasar por Miami, así que unos guardias armados nos escoltaron para coger el vuelo de EE.UU. a Jamaica mientras Don y Dennis se preguntaban en qué les había metido.
Rotten y Letts
LETTS: Era la primera vez que iba a Jamaica y todo gracias a John. Fue un viaje increíble. Para mí suponía viajar a mis supuestas raíces, porque la verdad es que cuando aterricé todo lo que veía era tan ajeno para mí como para John. Me quedé alucinado con todo lo que veía y pensé: "¿Qué coño hago aquí?", mientras que John estaba encantado con todo. En Jamaica conocí a un montón de gente de la que había oído hablar durante años. Branson quería que contratáramos a músicos jamaicanos y el rumor se difundió: había un hombre blanco cargado de dinero en la isla. Absolutamente todos los artistas que tenían cierto nombre excepto Bob Marley fueron en éxodo hacia el hotel Sheraton de Kingston. Branson había reservado una planta entera, y John y yo teníamos habitaciones separadas. Conocimos a Big Youth, U Roy, I Roy, Burning Spear, Abyssinians y Prince Far I, todos nombres míticos para mí.
LYDON: Nos pasábamos el día sentados junto a la piscina comiendo langosta. Costaba dos dólares y ni siquiera teníamos que pagar de nuestro bolsillo así que pedíamos una tras otra. Los empleados del hotel miraban consternados a Don.
–¿Un rasta que come marisco? ¿Un rasta que come langosta? –le decían.
–Fíjate en mi acento. Soy rasta, pero soy inglés. Es una cultura diferente.
–¿En serio? ¿Los rastas ingleses comen langosta?
Estaba prohibido que los rastafaris mostraran las trenzas, así que Don tenía que ponerse un gorro enorme. A los rastas les estaba prohibido entrar en el hotel pero como Branson estaba forrado había una enorme cola de ellos en busca de un contrato discográfico o unos cuantos dólares. Los del hotel detestaban la situación. Había montones de rastas alrededor de la piscina.
LETTS: Como estábamos en Jamaica quise ir a ver a mis abuelos, a los que no conocía. ¿Y con quién fui? Con el capullo del señor Lydon en una limusina Cadillac blanca con chófer en 1978, la peor época de violencia política en Jamaica. Por la noche se oían tiros. El caso es que fuimos a ver a mi familia en una limusina blanca, rumbo a la dirección más extraña del mundo. Era algo así como "a la izquierda cuando llegues a la montaña, a la derecha al ver el nido del pájaro", etc. Aparcamos nuestro Cadillac enfrente de una cabaña donde vivían mis abuelos, que al verme se quedaron petrificados. Yo también estaba paralizado. Hubo un largo silencio durante el que contemplaron la limusina blanca en medio del poblado de chabolas. Mientras tanto, el conductor se puso a llenar el maletero de mangos. Fue la situación más surrealista que he vivido nunca.
–Soy Donovan, vuestro nieto de Inglaterra –les dije.
Me miraron como si fuera de otro planeta. Después miraron a John y luego se fijaron otra vez en mis rastas, que entonces se consideraban un símbolo antisistema en Jamaica.
–Bueno, vengo en un momento –dije.
Me metí en la limusina y nos fuimos. Nunca he vuelto a ver a mis abuelos. Me entristeció mucho. No fui capaz de hablar con ellos ni ellos conmigo.
John y yo conocimos a U Roy, el abuelo del estilo deejay. Allí la gente se levanta con el sol, así que nada más amanecer nos íbamos al patio trasero de U Roy y nos colocábamos a las ocho de la mañana. U Roy preparaba una gran pipa de hierba mezclada con un poco de tabaco. John les preguntó por qué lo hacían así y le contestaron que era mejor mezclado. Intenté fumar de aquella pipa enorme y enseguida me puse a toser como un condenado. Y aquí mi colega John coge la pipa y le pega la mayor calada de la historia. Me sentí avergonzado. Me humilló en mi propio terreno.
–Sí, Rotten buen rasta –le decía U Roy.
LYDON: No pude caminar ni hablar ni pensar durante dos horas. Fue una calada de campeonato. Lo hice porque es lo que había visto en las portadas de los discos. Le pegué una calada enorme pero después acabé con la cabeza entre las manos.
LETTS: Aquel día íbamos a una fiesta en la que U Roy se encargaba del sound system, una enorme discoteca móvil. Recorrimos en coche unas veinte millas colocados hasta las cejas. Mientras estaban montando el sound system John y yo nos sentamos bajo un árbol y nos quedamos fritos. No nos despertamos hasta que todo había acabado. La fiesta duró seis horas con música reggae al volumen más alto del mundo y nos lo perdimos todo. U Roy vino a despertarnos y a decirnos que había sido una buena fiesta pero que ya era hora de irse. Qué vergüenza pasé. Todo el mundo se desvivía por ayudarnos, llevarnos a los sitios más bonitos y darnos la hierba más fuerte. Recibí un curso intensivo de cuatro semanas sobre mi herencia reggae.
Entonces Malcolm envió a Boogie Tiberi a Jamaica. Un día le vimos escondido entre los arbustos junto a la piscina del Sheraton con una cámara. Había estado grabando a John cuando estaba en el balcón.
LYDON: No me pidió permiso para grabarme.
LETTS: Por la noche nos preguntamos en qué arbusto andaría la gente de Boogie. Los chavales de la zona nos contaron que habían visto a unos blancos escondidos entre los arbustos.
Otra vez en la playa vimos a un blanco flacucho con bermudas intentando grabar imágenes de John. Big Youth nos llamó y nos dijo que había conocido a unos blancos que decían que les habíamos dado permiso para hacer un reportaje de nosotros. Le dije que era mentira y en una hora y media logró que se fueran de la isla.
El caso es que John mosquea a mucha gente y al final me mete en líos. Joni Mitchell nos invitó a su casa de campo a través de un amigo jamaicano mutuo. Nada más llegar pusieron un disco que no conocíamos.
–¿Qué es esta mierda? ¿Por qué no la quitáis? –dije.
–Porque resulta que es mi último disco –respondió Joni.
No reconocí la música porque estaba muy fumado. Para morirse de vergüenza.
LYDON: Acabamos allí porque estábamos en un bar y dijimos, sin pensarlo, que nos gustaba Joni Mitchell. Cuando llegamos nos pusimos a reír de lo mala que era la música que sonaba. No sabíamos que era su nuevo disco pero la ofendimos tanto que tuvimos que irnos de inmediato. Yo no paraba de reírme como un histérico.
LETTS: El punk ya era bastante raro para la gente de Londres, así que imagínate al rey de los punks en Jamaica. Algunos sabían que era Johnny Rotten porque había sido número uno y le habían dado discos de oro. John iba por la isla con un enorme sombrero y un abrigo largo negro porque no quería ponerse moreno. Los jamaicanos tienen una imaginación portentosa y son muy aficionados a las películas del Oeste, así que John les parecía el tipo más malo del mundo, con un aire a Lee Van Cleef.
LYDON: Pasear por los mercados del centro de Kingston era una pesadilla. Habían visto demasiadas películas.
LETTS: Imagínate la imagen que debías de tener para ellos. Cuando voy a zonas apartadas de Irlanda reaccionan así. Me tiran del pelo cuando voy fuera de Dublín. Creo que por eso John y yo nos llevamos tan bien. En la historia de Inglaterra hubo un momento cuando a la gente de John –los irlandeses–, los negros y los perros se les metía en el mismo saco. Había letreros en los hoteles y casas que se alquilaban que decían...
LYDON y LETTS: ¡Ni irlandeses, ni negros, ni perros!
LETTS: No estoy seguro de quiénes eran los que aparecían primeros en los carteles, pero conociendo a los ingleses seguro que eran los perros. No hay duda de que los irlandeses y los jamaicanos son iguales en espíritu. No hay vuelta de hoja.
LYDON: Por eso hay tan buena conexión. En las mejores zonas como Brixton y Kilburn se llevan muy bien en un pub, pero todo se echa perder cuando empieza a meterse la influencia inglesa. Está claro que los irlandeses y los jamaicanos tienen un vínculo común. El musgo irlandés es una bebida de algas popular en Jamaica. Cuando los irlandeses se morían de hambre porque los ingleses les robaban las patatas, acababan comiendo algas. Cuando Don y yo estábamos en Jamaica íbamos a la ciudad a comprar discos en una tienda que se llamaba Irish Town. Nos parecía muy irónico; lo único que tenían era discos de Jim Reeves y nada más. En Jamaica a la gente mayor le gusta el country y el western, Perry Como y Jim Reeves; y era graciosísimo ver la misma música que le gustaba a los viejos en Irlanda.


RICHARD BRANSON A LA CAZA DEL TESORO JAMAICANO (FRAGMENTO DE BASS CULTURE)


[...] La disputa más espectacular entre Island Records y un artista jamaicano tuvo que ver con Lee Perry: descontento con la promoción que el sello había dedicado a su LP Super Ape y cabreado por su rechazo a publicar Roast Fish, Collie Weed and Cornbread, un disco en el que él mismo cantaba todas las canciones, retiró The Heart of the Congos de la discográfica británica (hay historias, que quizá no sean apócrifas, de que robó físicamente los másteres). Como consecuencia, era prácticamente imposible conseguir el disco hasta que el sello de reediciones Blood & Fire tuvo el buen gusto de volver a ponerlo en venta veinte años después de que se grabara.

En la segunda mitad de la década, Virgin Records, de Richard Branson, fue la otra gran discográfica que viajó a Jamaica. En un principio Virgin buscaba algo de la «magia Marley», tras ganarse los servicios de Peter Tosh, cuyo clásico Legalize It se convirtió en uno de sus primeros álbumes de reggae. Con una disposición algo más aventurera (y menos adulterada) que Island, al poco de publicar a Tosh fichó a Keith Hudson y U-Roy, pero, aunque vendieron bien en el mercado de la población negra, no rompieron entre el gran público. Al menos no en el Reino Unido, porque en África no daban abasto en las fábricas donde prensaban estos discos. Según un reportaje de la revista para profesionales de la industria musical británica Music Week, solo en 1975 Virgin vendió discos de reggae por valor de 150.000 libras en África, una cantidad importante en aquella época. El principal consumidor era Nigeria, hasta tal punto que la empresa empezó a publicar para el mercado nigeriano cartuchos de ocho pistas, un formato que ya estaba muerto hacía tiempo en Inglaterra. Para satisfacer esta demanda voraz, Richard Branson, el encargado de contratación Jumbo Van Hennen y Johnny Rotten (los Sex Pistols tenían contrato con Virgin) viajaron a Jamaica en busca de más reggae. Y lo hicieron con una maleta llena —literalmente— de dólares estadounidenses para pagar anticipos. No tardó en correrse la voz entre la comunidad musical de Kingston de que había unos blancos en el hotel Sheraton que daban dinero a los cantantes por su cara bonita. Solo la tempestiva intervención policial evitó que la situación se saliera de madre en la rápida cola de candidatos que se había formado, muchos de ellos con tambores o guitarras. Increíblemente, dos semanas y 100.000 dólares después, el comando de Virgin se fue de la isla con una formación en la que figuraban Prince Far-I, los Gladiators, los Mighty Diamonds, los Twinkle Brothers, Johnnie Clarke y Big Youth.


La teoría entre los músicos era que los africanos apreciaban los sentimientos de la música reggae y creían que al comprar discos ayudaban a los hermanos caribeños en su lucha. En opinión de otros el interés lo suscitó solo el ritmo. Fue este vínculo africano lo que llevó a Virgin a crear Front Line, el sello mainstream de reggae británico con mayor credibilidad. Se cuenta que había un gran número de cajas con álbumes de reggae empaquetados en un avión con destino a Nigeria cuando el nuevo régimen anunció que el país había cerrado su economía, lo que impedía sacar dinero. En lugar de entregar los discos y enfrentarse a la perspectiva de perder gran parte de los ingresos en sobornos para recuperar algo, dieron la orden de que el envío regresara a Inglaterra. Para deshacerse de este enorme stock, lanzaron el sello especializado Frontline, que tuvo tanto éxito que el puño cerrado en torno a un alambre de espino se convirtió en marca de calidad en el mundo del roots.

Una nota final sobre el comercio de reggae con destino a África en los setenta es la cantidad de material que acabó en Sudáfrica, entonces bajo embargo. Hay que destacar que esto era un problema limitado a Virgin. Muchos artistas que firmaron contratos con discográficas británicas tenían una cláusula que excluía las ventas en Sudáfrica. Y sin embargo, cuando fueron de gira por el país tras el fin del apartheid descubrieron que eran tan conocidos que podían llenar estadios debido a que mucha gente había comprado los discos años antes.

El reggae en el Reino Unido nunca había estado en mejores condiciones, tanto creativas como comerciales. Desde los sound systems de roots profundo hasta Top of the Pops. Desde el lovers' rock hasta el estilo deejay. Bob Marley, Dillinger, Steel Pulse, Althea & Donna, Barry Biggs, Big Youth, Matumbi, Janet Kay, Burning Spear... todos triunfaban. Y parecía que a todo el mundo le gustaba oír algo de reggae. Con la llegada de los ochenta, el reggae británico parecía imparable. Con o sin el apoyo continuado del mainstream. [...]




En Jamaica la fiesta también es política (Entrevista sobre "Bass Culture" en Madriz)

© Adrian Boot
[Conversación sobre reggae, música, editoriales y otras cosas entre David Bizarro y Tomás Cobos (coeditor de Acuarela y traductor y prologuista de Bass Culture; la historia del reggae de Lloyd Bradley) para Madriz. Lo mejor de todo, los vídeos que ha subido David para acompañarlo, que los disfruten. Ah, y en el facebook de Madriz sorteaban desde el viernes un ejemplar de Bass Culture...]





No es vuestro primer título sobre música. Repasando vuestro catálogo detectamos un cierto hilo narrativo entre las autobiografías de Johnny Cash, Mezz Mezzrow o John Lydon.
En Acuarela Libros aspiramos a publicar libros que vayan un paso más allá de lo estrictamente musical, al margen de que nos gusten Bob Marley, el jazz o los Sex Pistols. En el caso de Rotten se trata de un personaje que puede resultar irritante, pero que encarna la virulencia social del punk en el contexto del thatcherismo, mientras que el libro de Cash retrata la América profunda, marginada y pobre. Lo que buscamos es que la música no le robe protagonismo a un trasfondo que puede resultar incluso más apasionante, si cabe.

Una de las principales virtudes de este libro es despertar el interés del lector ajeno al reggae, invitándole a profundizar en ella a través de la historia de Jamaica.
¡Esa era la idea! Los efectos de la colonización, el activismo político y los conflictos raciales son aspectos imprescindibles para abordar el reggae como un fenómeno musical autóctono y comprender las consecuencias posteriores a su globalización.

El reggae sublima la conciencia social del pueblo jamaicano. Un tema sobre el que apenas existe bibliografía en castellano.
Recuerdo un libro de Carlos Monty sobre Bob Marley [Positive Vibrations, (La Máscara, 1998)] que actualmente [SIGUE LEYENDO]



"Reggae: The Rough Guide": ¿Biblia del reggae?

Pese a que desde tiempos inmemoriales nos gustó mucho como primera opción para publicar sobre la historia de la música jamaicana Bass Culture: la historia del reggae, de Lloyd Bradley, las dificultades para hacernos con los derechos y la duda de si no habría otros libros sobre el reggae tan merecedores o más de pasar a la escudería Acuarela nos hicieron considerar otras publicaciones.

Entre ellas, Reggae: The Rough Guide (también conocido como The Rough Guide to Reggae), de Steve Barrow y Peter Dalton. Se trata, sin duda, del libro más exhaustivo sobre el género, el que más material tiene para los melómanos, el más amplio: recorre desde los orígenes en el mento y el ska hasta capítulos dedicados al reggae africano y al estadounidense, tiene una cantidad abrumadora de fotos (muchas de ellas exclusivas, con fotógrafos legendarios como Adrian Boot, David Corio o Beth Lesser) que convierten en un placer hojear el libro sin rumbo, discografías recomendadas, entrevistas, glosario, cronología y un prolongado etcétera que hace a muchos afirmar que se trata de la Biblia del género.

Y no es para menos. Efectivamente no hay duda de que se trata del libro de referencia para todo interesado en la música jamaicana, ya que nunca deja uno de encontrar tesoros. Pero el formato enciclopédico lo hace mucho menos atractivo para los no iniciados, ya que no hay un hilo conductor como en el libro de Bradley y se presenta en retazos, fogonazos deslumbrantes que para algunos impiden ir más allá. En ese sentido, el libro de Bradley tiene el encanto de que se trata de una narración, un relato que te sumerge en la historia de los ritmos de la isla, como si te metieras en un documental de 3D o realidad virtual en una historia llena de suspense, giros inesperados y personajes de carne y hueso. Y ese es el motivo (o uno de ellos) por el que nos inclinamos por Bass Culture.

Pero que conste que no queremos empezar una batalla Bass Culture vs Rough Guide, hay sitio de sobra para estos dos librazos sobre reggae (y muchos más) en nuestras estanterías. Biblia o no Biblia, imprescindible la Rough Guide.

Harry Crews golpea de nuevo con Una infancia: Biografía de un lugar


Acuarela Libros & A. Machado se complacen en invitarles a visitar de nuevo la Biblioteca CREWS. El viaje lo iniciamos hace tres años con Cuerpo —una crítica a la sociedad de consumo y la cultura/tiranía de la belleza—, seguida de su portentosa ópera prima, El Cantante de Gospel, donde Harry Crews nos sumergía en el basural del Sueño Americano. Ahora tenemos el orgullo de poder continuar descubriendo en castellano el secreto mejor guardado de la literatura norteamericana con la publicación de Una infancia: biografía de un lugar, su obra más aclamada por la crítica, un libro de iniciación juvenil, con ecos de Mark Twain y Flannery O'Connor, que transcure en la ciénaga inmunda, pero al mismo tiempo tierna y bella, de la que salió el propio Crews casi de milagro: ese Sur profundo y derrotado, sin aparente escapatoria, donde proliferan los linchamientos, las cicatrices, el analfabetismo, los circos de freaks y el fanatismo religioso...
"No eran hombres violentos, pero sus vidas estaban llenas de violencia."

La infancia recuperada de esta novela es el lugar del que Harry Crews se marchó a los diecisiete años con idea de no volver. No la miserable cabaña de arrendatarios en la que siendo apenas un bebé amaneció un buen día junto a su padre muerto, ni siquiera aquella cama en la que se pasó tendido buena parte de su infancia soñando con huir al mundo idílico y sin cicatrices que se anunciaba en las páginas satinadas de los catálogos de Sears, sino todo el condado de Bacon, con sus gentes y sus historias. Sobre todo sus historias. Historias de alambiques ilegales escondidos en mitad de la espesura, de viejas rencillas sangrientas, de serpientes que hablan, de pájaros que pueden poseer el alma de un niño, de predicadores delirantes y hechiceras que espantan a los espíritus... Y es que en Bacon todo el mundo cuenta historias. Las historias lo son todo y todo son historias. Contar historias es su manera de sobrevivir y de comprenderse. Nada muere si hay historias. Todo, tanto lo bueno como lo malo, se incorpora y se traspasa de una generación a la siguiente y son quienes cargan con ese legado los que acaban por darle forma y color. A lo largo de estas páginas el autor de El Cantante de Gospel intenta regresar al territorio delimitado por las historias que configuraron su infancia para descubrir que de aquel lugar del que, como el viejo Huckleberry Finn, siempre quiso huir, por muy lejos que le llevarían sus futuros vagabundeos, nunca logró marcharse.
"Una infancia no trata sobre una América olvidada, trata de una parte de América que raramente, salvo en libros como este, ha sido puesta al descubierto." NEW YORK TIMES BOOK REVIEW.
"El gran don de Crews es su capacidad para mostrarnos lo absolutamente execrables y hermosos que somos." NEW YORK TIMES NEWSDAY.

Harry Crews (1935-2012) sirvió como marine durante la guerra de Corea. Durante su primer año en el ejército fue campeón de los pesos ligeros en su regimiento y le rompieron la nariz al menos seis veces. Practicó karate durante 27 años. Su primer hijo murió ahogado en la piscina de un vecino. Entrenó halcones. Le gustaba la cetrería. Tenía un tatuaje en el brazo derecho con la frase «How do you like your blue eyed boy, Mr. Death» bajo una calavera. Es un verso de e.e. cummings. Bebió mucho y se drogó lo suficiente. Hasta los 47 no tuvo su primera resaca. Admitía no ser una persona divertida. La gente no se sentaba a su alrededor y se reía con sus ocurrencias. Él mismo se reía bastante poco. Todo su humor se encuentra en sus más de 20 libros. Murió en Florida, a los setenta y seis años, por complicaciones de una neuropatía.
"Su literatura se aferra al terruño natal, delimitando una geografía personal que remite de manera perversa al naturalismo de Flannery O’Connor y Carson McCullers. Pero también al retrato, entre poético e intimista, de William Faulkner y Truman Capote; y, sobre todo, al delirante humorismo de John Kennedy oole." (David Bizarro, TENTACIONES)
 OTROS LIBROS EN LA BIBLIOTECA CREWS:
http://acuarelalibros.blogspot.co.uk/2012/11/el-cantante-de-gospel-el-sucio-sur-de.htmlEl Cantante de Gospel
(2012)
«Hay predicadores, un semi-Elvis de música religiosa, mánagers mezquinos, familias de acémilas atrasadas, raíces, barro, fanatismo, racismo y linchamientos. Es maravilloso.» KIKO AMAT
Cuerpo
(2011)
«Un fastuoso fresco salvaje, divertido, violento, grotesco y muy, muy incorrecto sobre el abono más putrefacto y menos complaciente de la sociedad norteamericana moderna.»
JUAN CERVERA(Rockdelux)

Positive Vibration: Carlos Monty en la Isla del Tesoro (bibliografía reggae)


Siempre me han gustado los libros sobre música con una historia personal más allá de las "verdades" u opiniones que se quieran contar sobre tal grupo o tal estilo. Y en el caso de Carlos Monty y Bob Marley: Positive Vibration, está muy conseguido.

La narración comienza con un Monty surcando el Atlántico en avión, camino de la Isla del Tesoro, Jamaica (el lugar de los "piratas, negreros, pícaros, rastas y demás pelaje de irredentos", dice), en busca de un auténtico Grial caribeño. No cuento más por no destripar la historia, pero digamos que además de tener el enorme atractivo de dibujar la vida de Bob Marley en el contexto musical, cultural, social, político, histórico, espiritual de Jamaica algo que se echa en falta en otros relatos sobre Bob, centrados solo en el artista convertido en estrella global ninguneando toda la escena y el contexto que había detrás—, el texto está salpicado por las aventuras y desventuras de Carlos en la isla, que hacen de hilo conductor y dan más color y cercanía a la historia, ya que da la impresión de que estamos acompañándole en este viaje a las entrañas del reggae.

El material gráfico es imponente (formato grande, muchas fotos a todo color, unas de archivo, otras del autor; debajo incluyo un par de imágenes del libro desplegado que alguien ha tenido la amabilidad de subir a la red para ahorrarme trabajo) y la obra se completa con una discografía exhaustiva, además de bibliografía y "videografía" (qué tiempos aquellos).

Se publicó en la editorial valenciana La Máscara, que cerró, por lo que está descatalogado y cuesta conseguirlo. Yo tuve la suerte de conseguirlo de segunda mano en Amazon a un coste razonable, pero la escasez de ejemplares hace que a veces (como ahora mismo, 60 euros) la broma salga cara. Alguien tendrá que ir pensando en reeditarlo...

Nos quedamos por ahora con una cita de Marley incluida en el libro:

"Necesitamos vibraciones positivas. Porque lo primero es que no puedes ser ignorante, tienes que ser inteligente. Queremos expulsar lo negativo del todo, sacarlo fuera. Tienes que ser positivo. Es lo que tu boca dice lo que te mantiene vivo. Y la vida, es la cosa más grande". Junio 1975.

(texto de Tomás G.C.)




Una historia, un viaje: Reseña de Bass Culture en Literaturas.com

(Reseña de Pablo Casielles sobre Bass Culture: la historia del reggae publicada en Literaturas.com)

Este libro cuenta una historia bajo la metáfora de un viaje. Y el hilo que sitúa y marca el itinerario es la música reggae. Una música que nace en Jamaica y que luego se exporta al mundo entero. 


Y en estas páginas se nos descubre a oídos profanos que lo que conocemos como “reggae” no es un estilo en sí mismo, sino que es el producto de la evolución de distintos “subgéneros”, (ska, dancehall, dub, roots, etc), que a lo largo de la historia de Jamaica, han reflejado las características sociales, políticas, económicas, etc, del momento en que son compuestas, su desarrollo mientras reciben el apoyo del público hasta que un cambio en las condiciones de vida trae consigo la aparición de otro subgénero (y esto no tiene carácter peyorativo) que gana de nuevo la bendición del público.

Como siempre suele suceder, aquí todo también comienza en África. El potencial cultural que transportan los esclavos negros desde su lugar de origen, (instrumentos y ritmos que provienen de las ceremonias de vudú, tan antiguos y primitivos que son [... SIGUE LEYENDO]



Cultura de bajos: El porqué del reggae en Acuarela (entrevista)

A principios de este verano nos contactó Jaime Bajo, colaborador musical de Diagonal y otras publicaciones, para entrevistarnos de cara a un artículo que estaba escribiendo sobre editoriales que publican libros de reggae en España. El reportaje, que ya subimos al blog en su momento, salió bajo el título de "El reggae que se lee" e incluyó algunos de los comentarios que hice (Tomás Cobos, coeditor de Acuarela, y prologuista y traductor de Bass Culture: la historia del reggae) a una serie de preguntas genéricas que nos había lanzado Jaime, al igual que a otras editoriales.
Obviamente por motivos de espacio Jaime no metió todo el contenido de la "entrevista", pero creemos que sería interesante compartir en el blog las respuestas íntegras. Las acompañamos de algunas de ilustraciones y fotos que en algunos casos metimos en el libro y en otros se quedaron fuera. 

¿Cuáles crees que son las razones por las que, fanzines y publicaciones underground aparte, nunca ha existido un interés real por parte de revistas musicales y editoriales en publicar sobre música jamaicana?
La primera respuesta que se me viene a la cabeza es la ausencia en España de un contacto directo con música jamaicana a través de inmigrantes, a diferencia de lo ocurrido en Inglaterra, por ejemplo. Pero habrá quien diga que en sitios como Francia, Alemania, Italia, hay mucho más conocimiento del reggae y sin embargo en esos países no ha habido una inmigración masiva desde el Caribe ni mucho menos, lo que llevaría a preguntarnos si es que lo que pasa aquí es que, y perdón por sonar tan pedante, hay mucha incultura musical y más aún sobre el mundo de la música negra en general. También es cierto que hay mucho esnobismo y mucho cliché respecto al reggae (porros, música playera poco profunda y poco elaborada, Bob Marley y poco más...) que han distanciado a mucha gente del reggae y han impedido comprender la complejidad y profundidad que hay detrás de la historia de la música jamaicana. Otra respuesta más maquiavélica sería que es una música con un componente político importante  (no me refiero solo al mensaje rasta o de Black Power, sino al proceso colectivo y comunitario de creación musical y de baile-foro-plaza social que son los sound systems), por lo que no encaja en las tendencias de globalización y mercantilización de la música moderna. Pero te digo todo esto pensando en voz alta porque es una pregunta que me hago a veces y no tengo una respuesta clara.
¿Qué motivaciones te han impulsado a publicar un libro de  música jamaicana?
Nos gusta publicar libros de música que hablen de algo más que una simple pasión musical (que además la hay por mi parte, soy un loco del reggae), sino una mezcla de arte, política, movimientos sociales... En el reggae nos gustó el hecho de que sea música popular, del pueblo para el pueblo, música del gueto, y nos encanta todo el concepto de los sound systems, como foro social, como dice Bradley eran "el latido de la comunidad". Los sound systems eran una plaza, como Sol, un espacio de reunión y celebración de la comunidad, un rito colectivo a través del baile y el poder sanador del sonido. También nos gusta mucho el carácter colectivo de la música jamaicana, el corta y pega, el reciclaje sonoro, el poder revolucionario de la música y la fiesta, y otros temas como el Black Power, el carácter antisistema de los rastas... Y también la belleza de la música, claro, que ha influido mucha en la música moderna (dance, electrónica, rap...). 
¿Qué hace de éste un momento tan propicio para que sean varias las iniciativas editoriales en esta línea? ¿Por qué no se han producido estas circunstancias antes?
Puede que sea por la proliferación de editoriales pequeñas que están buscando huecos en temas que las grandes no tocarían, puede que sea porque la escena reggae ha ido creciendo en España en los últimos años (se puede apreciar en el festival Rototom)... Tengo que reconocer que no conozco apenas la escena reggae española, por lo que me resulta difícil opinar, pero me da la impresión de que puede ser una mezcla de esos dos componentes: una escena en crecimiento y proyectos editoriales independientes con ganas de aventuras.
¿Qué clase de público accede a libros sobre música jamaicana? ¿Alcanzan a un lector más generalista interesado en cultura o música, o se ciñe a la massive militante del reggae?
 Quizá dentro de unos meses, cuando estemos reeditando por tercera vez [NOTA A POSTERIORI: Este comentario era una broma, pero he de reconocer que a finales de septiembre de 2014, apenas cinco meses después de salir el libro, estamos a punto de reeditar], te diré que "todos los públicos", pero entretanto te diría que en gran medida la massive militante que comentas y luego gente interesada en la música en general con miras amplias, es decir, no solo en el pop rock occidental. Gente que lee sobre funk, jazz, hip hop o sobre movimientos artísticos y culturales del siglo XX... Precisamente el motivo de elegir Bass Culture: la historia del reggae fue que es un libro que puede interesar a mucha gente más allá de lxs ya interesadxs en la música, porque como sabes es un libro que aborda un pedazo importante de la historia moderna, la guerra fría, la inmigración de los países desarrollados hacia occidente, la globalización de la música, las luchas anticolonialistas... 
¿Puedes adelantarnos alguna novedad de libros o autores a quienes te gustaría publicar?
No tenemos nada cerrado a largo plazo, pero te diré otros libros que en su momento consideré como alternativas a Bass Culture o que me fascinan: Dub in Babylon, de Christopher Partridge, un libro que cuenta muy bien todo el componente político del reggae a través del dub; Wake the Town and Tell the People: Dancehall Culture in Jamaica, de Norman C. Stolzoff, que explica muy bien el concepto de los sound systems y los dancehalls, tan ajenos a las formas occidentales de consumo musical; Dub: Soundscapes & Shattered Songs in Jamaican Reggae, de Michael E. Veal, una joya para los que amamos el dub; y por supuesto la biblia reggae, Reggae: The Rough Guide. De esta última la única pega es que el formato semienciclopédico, tan ideal para la gente que ya nos gusta el reggae, pero poco atractivo para alguien que no conozca el género. Ah, y me olvidaba de The Black Diaspora, de Ronald Segal, un monumento en papel que cuenta la diáspora negra, no solo en Jamaica sino en todo el continente americano.
¿Qué pretensiones tienes al lanzar la editorial dedicada a la música jamaicana y qué limitaciones o restricciones implica a nivel de alcance, apoyo mediático, lectores interesados…?
Las pretensiones de publicar un libro dedicado a la música jamaicana son, como en todos los libros que sacamos, compartir algo que nos gusta con la gente y abrir una conversación (en facebook, el blog, etc.). Obviamente sería genial que un día pudiéramos vivir de esto, no creo que nadie abra una editorial para perder dinero, pero como a día de hoy, tras 15 años, no vemos un duro, las pretensiones económicas no son ni mucho menos prioritarias, más allá de tratar que los libros se autofinancien con las ventas. En cuanto a limitaciones, está por ver porque está muy reciente y no sabemos aún qué repercusiones tendrá en medios, pero en un principio el volumen de muestras de interés entre medios y público ha sido brutal, tenemos libros que han funcionado bastante bien, pero nunca habíamos visto una reacción tan entusiasta antes incluso de la publicación. Los medios nos suplican que les hagamos caso y el público nos da las gracias por haber sacado el libro, literalmente. 
¿Cómo lector qué esperas cuando te aproximas a un libro dedicado a la música jamaicana? ¿Qué esperas que te aporte a nivel personal y qué clase de publicaciones desearías leer?
La verdad es que soy un devorador de todo lo que se publica de música jamaicana (mi próximo objetivo es pillar el libro sobre Lee Scratch Perry de David Katz, cometí el error de no comprarlo hace poco en una tienda de segunda mano de Londres a 8 libras o algo así), así que soy muy fácil de complacer. Pero te diría que en general me gusta leer sobre libros que te dicen algo más que las anécdotas de tal cantante o tal productor. Me gusta que me sumerjan en la sociedad, en el contexto jamaicano que hace que surja esa música. Tampoco me gusta un libro en el que se viertan en exceso las predilecciones musicales del autor, como si fuera una especie de erudito en poder de la razón. Me pasó con Reggae Routes, un libro muy bueno en otros sentidos, pero que me irritó mucho con la selección de canciones preferidas (no meten ni una de Yellowman en su lista de mejores canciones dancehall y además dicen que toda su música ha envejecido fatal, algo con lo que no estoy nada de acuerdo), aunque supongo que es algo que nos pasa a todos cuando ves una lista de "las mejores canciones de...".