Johnny Rotten y Don Letts de visita en Jamaica: en la Línea del Frente

Recientemente Diego Manrique recordaba en El País el divertido viaje que Johnny Rotten y Don Letts hicieron a Jamaica en busca de nuevos Bob Marley por encargo de Richard Branson, de Virgin, que utilizó muchos de aquellos fichajes para el sello Front Line.

Curiosamente, tenemos dos libros en los que se trata el tema: Bass Culture: la historia del reggae (de Lloyd Bradley) y Rotten: No Irish No Blacks No Dogs (de John Lydon, el cantante de los Sex Pistols y PiL), que estamos a punto de reeditar por tercera vez. Rescatamos a continuación parte de esos dos fragmentos (para quien no lo sepa, el anglojamaicano Don Letts fue el responsable de descubrir el reggae a muchos punks, al pinchar discos jamaicanos para amenizar los descansos entre concierto y concierto punk en el Roxy, ya que apenas había vinilos de punk británico publicados por entonces):
Big Youth y Johnny Rotten


JOHNNY ROTTEN Y EL REGGAE (FRAGMENTO DE ROTTEN)

LYDON: [...] El reggae ya me gustaba antes de los Pistols pero Don Letts multiplicó mi afición por mil con aquellas cintas que nos dio para la gira en Estados Unidos. Ritmos hipnóticos en las carreteras del Sur. Es la única música que puse en el autocar. Y si a Steve y a Paul no les gustaba entonces, que lo hubieran dicho. De todas maneras la hubiera puesto. Lo único que tenían eran los Stooges de Iggy Pop y los New York Dolls, discos que había oído cincuenta mil veces. Ahora a Paul le encanta el reggae, quince años después. A Sid le encantaba el bajo del reggae. [...]


LYDON: Tras la separación de los Pistols, Branson quería fichar a un montón de grupos de reggae y la única persona enterada que conocía era yo. Le dije que no podía ir solo, así que me llevé a dos socios: Don Letts y Dennis Morris.
LETTS: Una noche, a eso de la una, estaba en casa haciendo lo que hago normalmente –escuchar discos de reggae– y me llamó John para preguntarme si quería ir con él a Jamaica. Supongo que la razón por la que me llamó era que yo era negro y tenía rastas, porque en realidad yo nunca había estado en Jamaica. Por suerte tenía pasaporte y unas cuantas horas después estaba en el aeropuerto con una bolsa de plástico, un par de mudas y la cámara de súper 8.
LYDON: No teníamos visados, porque no sabíamos que íbamos a pasar por Miami, así que unos guardias armados nos escoltaron para coger el vuelo de EE.UU. a Jamaica mientras Don y Dennis se preguntaban en qué les había metido.
Rotten y Letts
LETTS: Era la primera vez que iba a Jamaica y todo gracias a John. Fue un viaje increíble. Para mí suponía viajar a mis supuestas raíces, porque la verdad es que cuando aterricé todo lo que veía era tan ajeno para mí como para John. Me quedé alucinado con todo lo que veía y pensé: "¿Qué coño hago aquí?", mientras que John estaba encantado con todo. En Jamaica conocí a un montón de gente de la que había oído hablar durante años. Branson quería que contratáramos a músicos jamaicanos y el rumor se difundió: había un hombre blanco cargado de dinero en la isla. Absolutamente todos los artistas que tenían cierto nombre excepto Bob Marley fueron en éxodo hacia el hotel Sheraton de Kingston. Branson había reservado una planta entera, y John y yo teníamos habitaciones separadas. Conocimos a Big Youth, U Roy, I Roy, Burning Spear, Abyssinians y Prince Far I, todos nombres míticos para mí.
LYDON: Nos pasábamos el día sentados junto a la piscina comiendo langosta. Costaba dos dólares y ni siquiera teníamos que pagar de nuestro bolsillo así que pedíamos una tras otra. Los empleados del hotel miraban consternados a Don.
–¿Un rasta que come marisco? ¿Un rasta que come langosta? –le decían.
–Fíjate en mi acento. Soy rasta, pero soy inglés. Es una cultura diferente.
–¿En serio? ¿Los rastas ingleses comen langosta?
Estaba prohibido que los rastafaris mostraran las trenzas, así que Don tenía que ponerse un gorro enorme. A los rastas les estaba prohibido entrar en el hotel pero como Branson estaba forrado había una enorme cola de ellos en busca de un contrato discográfico o unos cuantos dólares. Los del hotel detestaban la situación. Había montones de rastas alrededor de la piscina.
LETTS: Como estábamos en Jamaica quise ir a ver a mis abuelos, a los que no conocía. ¿Y con quién fui? Con el capullo del señor Lydon en una limusina Cadillac blanca con chófer en 1978, la peor época de violencia política en Jamaica. Por la noche se oían tiros. El caso es que fuimos a ver a mi familia en una limusina blanca, rumbo a la dirección más extraña del mundo. Era algo así como "a la izquierda cuando llegues a la montaña, a la derecha al ver el nido del pájaro", etc. Aparcamos nuestro Cadillac enfrente de una cabaña donde vivían mis abuelos, que al verme se quedaron petrificados. Yo también estaba paralizado. Hubo un largo silencio durante el que contemplaron la limusina blanca en medio del poblado de chabolas. Mientras tanto, el conductor se puso a llenar el maletero de mangos. Fue la situación más surrealista que he vivido nunca.
–Soy Donovan, vuestro nieto de Inglaterra –les dije.
Me miraron como si fuera de otro planeta. Después miraron a John y luego se fijaron otra vez en mis rastas, que entonces se consideraban un símbolo antisistema en Jamaica.
–Bueno, vengo en un momento –dije.
Me metí en la limusina y nos fuimos. Nunca he vuelto a ver a mis abuelos. Me entristeció mucho. No fui capaz de hablar con ellos ni ellos conmigo.
John y yo conocimos a U Roy, el abuelo del estilo deejay. Allí la gente se levanta con el sol, así que nada más amanecer nos íbamos al patio trasero de U Roy y nos colocábamos a las ocho de la mañana. U Roy preparaba una gran pipa de hierba mezclada con un poco de tabaco. John les preguntó por qué lo hacían así y le contestaron que era mejor mezclado. Intenté fumar de aquella pipa enorme y enseguida me puse a toser como un condenado. Y aquí mi colega John coge la pipa y le pega la mayor calada de la historia. Me sentí avergonzado. Me humilló en mi propio terreno.
–Sí, Rotten buen rasta –le decía U Roy.
LYDON: No pude caminar ni hablar ni pensar durante dos horas. Fue una calada de campeonato. Lo hice porque es lo que había visto en las portadas de los discos. Le pegué una calada enorme pero después acabé con la cabeza entre las manos.
LETTS: Aquel día íbamos a una fiesta en la que U Roy se encargaba del sound system, una enorme discoteca móvil. Recorrimos en coche unas veinte millas colocados hasta las cejas. Mientras estaban montando el sound system John y yo nos sentamos bajo un árbol y nos quedamos fritos. No nos despertamos hasta que todo había acabado. La fiesta duró seis horas con música reggae al volumen más alto del mundo y nos lo perdimos todo. U Roy vino a despertarnos y a decirnos que había sido una buena fiesta pero que ya era hora de irse. Qué vergüenza pasé. Todo el mundo se desvivía por ayudarnos, llevarnos a los sitios más bonitos y darnos la hierba más fuerte. Recibí un curso intensivo de cuatro semanas sobre mi herencia reggae.
Entonces Malcolm envió a Boogie Tiberi a Jamaica. Un día le vimos escondido entre los arbustos junto a la piscina del Sheraton con una cámara. Había estado grabando a John cuando estaba en el balcón.
LYDON: No me pidió permiso para grabarme.
LETTS: Por la noche nos preguntamos en qué arbusto andaría la gente de Boogie. Los chavales de la zona nos contaron que habían visto a unos blancos escondidos entre los arbustos.
Otra vez en la playa vimos a un blanco flacucho con bermudas intentando grabar imágenes de John. Big Youth nos llamó y nos dijo que había conocido a unos blancos que decían que les habíamos dado permiso para hacer un reportaje de nosotros. Le dije que era mentira y en una hora y media logró que se fueran de la isla.
El caso es que John mosquea a mucha gente y al final me mete en líos. Joni Mitchell nos invitó a su casa de campo a través de un amigo jamaicano mutuo. Nada más llegar pusieron un disco que no conocíamos.
–¿Qué es esta mierda? ¿Por qué no la quitáis? –dije.
–Porque resulta que es mi último disco –respondió Joni.
No reconocí la música porque estaba muy fumado. Para morirse de vergüenza.
LYDON: Acabamos allí porque estábamos en un bar y dijimos, sin pensarlo, que nos gustaba Joni Mitchell. Cuando llegamos nos pusimos a reír de lo mala que era la música que sonaba. No sabíamos que era su nuevo disco pero la ofendimos tanto que tuvimos que irnos de inmediato. Yo no paraba de reírme como un histérico.
LETTS: El punk ya era bastante raro para la gente de Londres, así que imagínate al rey de los punks en Jamaica. Algunos sabían que era Johnny Rotten porque había sido número uno y le habían dado discos de oro. John iba por la isla con un enorme sombrero y un abrigo largo negro porque no quería ponerse moreno. Los jamaicanos tienen una imaginación portentosa y son muy aficionados a las películas del Oeste, así que John les parecía el tipo más malo del mundo, con un aire a Lee Van Cleef.
LYDON: Pasear por los mercados del centro de Kingston era una pesadilla. Habían visto demasiadas películas.
LETTS: Imagínate la imagen que debías de tener para ellos. Cuando voy a zonas apartadas de Irlanda reaccionan así. Me tiran del pelo cuando voy fuera de Dublín. Creo que por eso John y yo nos llevamos tan bien. En la historia de Inglaterra hubo un momento cuando a la gente de John –los irlandeses–, los negros y los perros se les metía en el mismo saco. Había letreros en los hoteles y casas que se alquilaban que decían...
LYDON y LETTS: ¡Ni irlandeses, ni negros, ni perros!
LETTS: No estoy seguro de quiénes eran los que aparecían primeros en los carteles, pero conociendo a los ingleses seguro que eran los perros. No hay duda de que los irlandeses y los jamaicanos son iguales en espíritu. No hay vuelta de hoja.
LYDON: Por eso hay tan buena conexión. En las mejores zonas como Brixton y Kilburn se llevan muy bien en un pub, pero todo se echa perder cuando empieza a meterse la influencia inglesa. Está claro que los irlandeses y los jamaicanos tienen un vínculo común. El musgo irlandés es una bebida de algas popular en Jamaica. Cuando los irlandeses se morían de hambre porque los ingleses les robaban las patatas, acababan comiendo algas. Cuando Don y yo estábamos en Jamaica íbamos a la ciudad a comprar discos en una tienda que se llamaba Irish Town. Nos parecía muy irónico; lo único que tenían era discos de Jim Reeves y nada más. En Jamaica a la gente mayor le gusta el country y el western, Perry Como y Jim Reeves; y era graciosísimo ver la misma música que le gustaba a los viejos en Irlanda.


RICHARD BRANSON A LA CAZA DEL TESORO JAMAICANO (FRAGMENTO DE BASS CULTURE)


[...] La disputa más espectacular entre Island Records y un artista jamaicano tuvo que ver con Lee Perry: descontento con la promoción que el sello había dedicado a su LP Super Ape y cabreado por su rechazo a publicar Roast Fish, Collie Weed and Cornbread, un disco en el que él mismo cantaba todas las canciones, retiró The Heart of the Congos de la discográfica británica (hay historias, que quizá no sean apócrifas, de que robó físicamente los másteres). Como consecuencia, era prácticamente imposible conseguir el disco hasta que el sello de reediciones Blood & Fire tuvo el buen gusto de volver a ponerlo en venta veinte años después de que se grabara.

En la segunda mitad de la década, Virgin Records, de Richard Branson, fue la otra gran discográfica que viajó a Jamaica. En un principio Virgin buscaba algo de la «magia Marley», tras ganarse los servicios de Peter Tosh, cuyo clásico Legalize It se convirtió en uno de sus primeros álbumes de reggae. Con una disposición algo más aventurera (y menos adulterada) que Island, al poco de publicar a Tosh fichó a Keith Hudson y U-Roy, pero, aunque vendieron bien en el mercado de la población negra, no rompieron entre el gran público. Al menos no en el Reino Unido, porque en África no daban abasto en las fábricas donde prensaban estos discos. Según un reportaje de la revista para profesionales de la industria musical británica Music Week, solo en 1975 Virgin vendió discos de reggae por valor de 150.000 libras en África, una cantidad importante en aquella época. El principal consumidor era Nigeria, hasta tal punto que la empresa empezó a publicar para el mercado nigeriano cartuchos de ocho pistas, un formato que ya estaba muerto hacía tiempo en Inglaterra. Para satisfacer esta demanda voraz, Richard Branson, el encargado de contratación Jumbo Van Hennen y Johnny Rotten (los Sex Pistols tenían contrato con Virgin) viajaron a Jamaica en busca de más reggae. Y lo hicieron con una maleta llena —literalmente— de dólares estadounidenses para pagar anticipos. No tardó en correrse la voz entre la comunidad musical de Kingston de que había unos blancos en el hotel Sheraton que daban dinero a los cantantes por su cara bonita. Solo la tempestiva intervención policial evitó que la situación se saliera de madre en la rápida cola de candidatos que se había formado, muchos de ellos con tambores o guitarras. Increíblemente, dos semanas y 100.000 dólares después, el comando de Virgin se fue de la isla con una formación en la que figuraban Prince Far-I, los Gladiators, los Mighty Diamonds, los Twinkle Brothers, Johnnie Clarke y Big Youth.


La teoría entre los músicos era que los africanos apreciaban los sentimientos de la música reggae y creían que al comprar discos ayudaban a los hermanos caribeños en su lucha. En opinión de otros el interés lo suscitó solo el ritmo. Fue este vínculo africano lo que llevó a Virgin a crear Front Line, el sello mainstream de reggae británico con mayor credibilidad. Se cuenta que había un gran número de cajas con álbumes de reggae empaquetados en un avión con destino a Nigeria cuando el nuevo régimen anunció que el país había cerrado su economía, lo que impedía sacar dinero. En lugar de entregar los discos y enfrentarse a la perspectiva de perder gran parte de los ingresos en sobornos para recuperar algo, dieron la orden de que el envío regresara a Inglaterra. Para deshacerse de este enorme stock, lanzaron el sello especializado Frontline, que tuvo tanto éxito que el puño cerrado en torno a un alambre de espino se convirtió en marca de calidad en el mundo del roots.

Una nota final sobre el comercio de reggae con destino a África en los setenta es la cantidad de material que acabó en Sudáfrica, entonces bajo embargo. Hay que destacar que esto era un problema limitado a Virgin. Muchos artistas que firmaron contratos con discográficas británicas tenían una cláusula que excluía las ventas en Sudáfrica. Y sin embargo, cuando fueron de gira por el país tras el fin del apartheid descubrieron que eran tan conocidos que podían llenar estadios debido a que mucha gente había comprado los discos años antes.

El reggae en el Reino Unido nunca había estado en mejores condiciones, tanto creativas como comerciales. Desde los sound systems de roots profundo hasta Top of the Pops. Desde el lovers' rock hasta el estilo deejay. Bob Marley, Dillinger, Steel Pulse, Althea & Donna, Barry Biggs, Big Youth, Matumbi, Janet Kay, Burning Spear... todos triunfaban. Y parecía que a todo el mundo le gustaba oír algo de reggae. Con la llegada de los ochenta, el reggae británico parecía imparable. Con o sin el apoyo continuado del mainstream. [...]



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